miércoles, 26 de marzo de 2014

La importancia de las tareas para casa

Si alguna vez habéis acudido a un psicólogo, y si éste es bueno, os habrá prescrito la realización de diferentes tareas para casa. Al principio, puede parecer extraño y dar la sensación de que nos están mandando deberes como si fuéramos niños.

Sin embargo, este tipo de prescripciones son fundamentales para que la terapia avance de forma positiva, ya que:

- Fomenta la implicación del paciente en la resolución de sus problemas.
-Los patrones de comportamiento nuevos y las técnicas de afrontamiento requieren entrenamiento.
- Ayuda a tomar conciencia de que hay que responsabilizarse de los actos propios.
- Rompe con el círculo de actuaciones evitativas (quedarse en casa, rumiación de pensamientos, etc.) y sentimientos depresivos (tristeza, culpabilidad, frustración, etc.).
- Aumenta la sensación de control sobre uno mismo y sobre la situación.
- Aumenta la percepción de autoeficacia.


Diferentes tipos de tareas:
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- Completar autorregistros para facilitar la evaluación.
- Realización de actividades agradables.
- Entrenamiento en nuevas habilidades como la relajación, la asertividad.
- Actividades dirigidas a profundizar en determinadas experiencias: escritos, registrar cómo actuamos/sentimos ante diferentes situaciones.
- Pautas de higiene del sueño.
- etc.

Es importante que el paciente entienda que no existen soluciones mágicas, que los problemas no se solucionan de un día para otro y que cambiar los hábitos conductuales, los pensamientos distorsionados y los sentimientos dolorosos requiere un esfuerzo importante. El profesional tratará de identificar qué está siendo perjudicial para el paciente, para ello lo evaluará en profundidad y una vez elaborada una hipótesis de trabajo planificará un tratamiento adecuado para él. 
Es tarea del psicólogo saber qué procedimientos funcionarán mejor para cada problemática, realizar tareas de investigación y actualización sobre los tratamientos novedosos y eficaces y provocar la motivación adecuada en el paciente para iniciar el tratamiento. Pero también es muy importante que la persona que acude pidiendo apoyo psicológico sepa que va a tener que implicarse y participar en su proceso de cambio. El profesional le dirá el cómo; qué estrategias de afrontamiento usar, cómo modificar sus pensamientos y conductas desadaptativas y estará en mano del paciente saber aprovecharse de los conocimientos que le presta el psicólogo.

Es importante que confíes en el profesional que te está atendiendo, siempre y cuando sepas que dispone la formación adecuada. Déjale hacer su trabajo y permítele que te enseñe de la mejor forma posible.

miércoles, 12 de marzo de 2014

La enfermedad mental ¿no es más que la enfermedad del cerebro?

Todavía queda mucho por saber sobre las enfermedades mentales. Se tienen muchos datos, cada vez más, pero a menudo nos da la impresión de que realmente no sabemos nada.

A lo largo de la historia las causas de los diferentes trastornos de la psique han ido variando. Un resumen MUY breve de la historia de la psiquiatría sería el siguiente: 
Inicialmente, se creía que la enfermedad podía ser el resultado de un castigo divino. 
En Grecia, se desarrolló la Teoría de los cuatro humores, que ya señalaba la relación del organismo con el comportamiento humano, y sugería cuatro tipos de humores: el colérico, el melancólico, el sanguíneo y el flemático. 
En el siglo XIX surgieron diferentes teorías como el mesmerismo o la frenología. 
Una de las figuras más importantes de finales de este siglo y principios del siguiente fue Sigmund Freud que puso el acento en las experiencias traumáticas de los primeros años de vida como causa de los síntomas de enfermedad mental.
Sobre todo en la segunda mitad del s. XX adquirió importancia el concepto farmacológico: determinadas moléculas actúan sobre diferentes neurotransmisores modificando así el curso de la enfermedad mental, en algunos casos, y dando pistas sobre el origen fisiopatológico del trastorno.

Sin embargo, ahora, ya metidos en el s.XXI, se rechaza esta última tendencia que enfatizaba el origen puramente orgánico de las enfermedades mentales. 
Concretamente Ian Golg y Joel Gold descartan la idea de que "La enfermedad mental no es más que la enfermedad del cerebro". Argumentan que la mente no es nada más que la actividad del cerebro, pero eso no quiere decir que los trastornos mentales tengan que ser explicados sólo por factores genéticos o neurobiológicos. 



Y lo ejemplifican con la siguiente analogía: los terremotos no son nada más que el movimiento de los átomos en el espacio, sin embargo la teoría de los terremotos no habla sobre el movimiento de los átomos sino del de las placas tectónicas. Afirman que la mejor explicación científica es aquella en la que los seres humanos identifican patrones comprensibles en el universo y no cómo está constituido el universo.


En algunos trastornos cerebrales el tratamiento se da fuera del cerebro, como por ejemplo en el caso de una cardiopatía que causa una embolia cerebral. Los médicos tratarán los daños cerebrales pero también intervendrán sobre la enfermedad cardiovascular y además incidirán sobre la dieta del paciente, el ejercicio físico, el nivel de colesterol, etc.
Así, la enfermedad mental es también un asalto al cerebro, pero a veces puede haber sido originada fuera del cerebro. En el caso de la esquizofrenia, el riesgo a desarrollarla aumenta con experiencias adversas, como el abuso y la intimidación. Todavía no existe una terapia genética y los psicofármacos sólo se pueden usar una vez que la enfermedad ya se ha manifestado. Así, creen que actuar sobre el maltrato infantil o la calidad ambiental podría impedir que algunas personas desarrollaran esquizofrenia, por ejemplo.
Para finalizar, creen que ha llegado el momento de ampliar el modelo biológico de los desordenes psiquiátricos para incluir el contexto en el que funciona el cerebro.

La revista Edge.org cada año plantea una pregunta a las mentes más brillantes del planeta, la de este año 2014 fue "¿Qué idea científica va siendo hora de jubilar?" Puedes leer la respuesta íntegra de Joel Gold e Ian Gold AQUÍ.