miércoles, 16 de octubre de 2013

Ataque de pánico

¿Alguna vez has tenido miedo a tener miedo o miedo a perder el control, a morir, a no poder escapar o a que si te pasa algo nadie podrá atenderte? 
Además, ¿estos pensamientos van acompañados de un aumento cardíaco, una sensación de ahogo, sudoración, temblores, mareos, etc.?

Al haber tanta sintomatología física, es común que las personas que han sufrido una crisis de este tipo acudan a los servicios de urgencias creyendo que se trataba de un ataque cardíaco. Sin embargo, nos encontramos, según el DSM IV-R, ante un ataque de pánico o crisis de angustia.

Estas crisis pueden ser inesperadas y ocurrir en cualquier situación o pueden ir asociadas a situaciones en las que se percibe una imposibilidad de escape, de ayuda o de inseguridad (agorafobia). Finalmente las personas que han sufrido estas crisis terminan por evitar estas situaciones, limitando sus salidas a lugares muy concretos y cercanos a su hogar, donde puedan sentirse seguros, y normalmente acompañados de personas de confianza.
Las personas que desarrollen un trastorno de angustia, vivirán con miedo a sufrir otro ataque y a las posibles consecuencias que éste pueda tener sobre su salud, cambiarán su comportamiento para evitar estas situaciones y probablemente desarrollarán síntomas depresivos.
Angustia, miedo, ahogo, pérdida de control,...
¿Por qué ocurren estas crisis? Como en la mayoría de trastornos mentales, se cree que puede existir una predisposición genética a desarrollarlo y factores ambientales que precipitan la aparición, como eventos percibidos como estresantes.
Es más común en mujeres que en hombres y suele aparecer hacia el inicio de la edad adulta.

Tratamientos: Hasta ahora los tratamientos que se han demostrado más efectivos a nivel farmacológico son los antidepresivos y a nivel psicológico la terapia cognitivo-conductual (TCC).

La TCC tratará de incidir en:
- la conducta, realizando exposiciones a las situaciones temidas y entranamientos para controlar la ansiedad.
- los pensamientos, realizando una reestructuración cognitiva para controlar los pensamientos catastróficos y reconocer de forma realista la ansiedad.

Sin embargo, con la llegada de las terapias de tercera generación, y concretamente con la terapia de aceptación y compromiso (ACT), se considera que los tratamientos enfocados a la aceptación de aquello que no se puede cambiar, como el miedo en este caso, son más eficaces que aquellos que tratan de controlar lo que incomoda. Desde este punto de vista se intentará que la persona desconecte del contenido de los eventos privados, es decir que entienda sus pensamientos como lo que son, pensamientos, y no como formas a través de las cuales actuar. Y por otro lado, se incidirá en la recuperación de los valores propios de la persona para volver a encarrilar su vida y dirigirla hacia aquello que realmente le importa.

Referencias:

- Espada et al. Exposición en vivo y técnicas cognitivo-comportamentales en un caso de ataques de pánico con agorafobia. Int J Clin Health Psychol, Vol. 7, Nº 1


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