Otro año más, el 25 de noviembre es el día de la eliminación de la violencia contra la mujer. Otro año más en el que seguimos igual, el número de mujeres vícitimas mortales a manos de sus parejas o ex-parejas no suele variar mucho de año en año. Es curioso que los homicidios intencionados en general sí lo hagan, la tasa cada vez es menor en España.
Lejos de ser un problema privado que queda en casa, se trata de un problema social, en el que la prevención y el apoyo social tanto a víctimas como a agresores (necesitan integración) resulta fundamental. Es cierto que en España se ha llegado a una conciencia colectiva clara sobre la problemática y se habla sobre ello en los medios, aunque otra cosa es la conciencia individual, y se crean leyes para su erradicación, aunque otra cosa son los recursos reales que se destinan para ello.
Parece bastante obvio que detrás de este tipo de violencia subyace el machismo. En cualquier caso que se rasque un poquito se ve el control hacia la víctima sobre su entorno social, su vestimenta, sus actuaciones, su economía, aparecen los celos y la percepción de la mujer como objeto propio, los abusos sexuales, el maltrato psicológico (desprecios, insultos, manipulaciones), etc. Pueden existir múltiples factores que junto con el machismo hagan que estos hombres se comporten así; biológicos, psicológicos (aunque hay que tener en cuenta que no existe ningún perfil claro para este maltratador), sociales,... Sin embargo, realizando una prevención a nivel social, tratando de eliminar esos micromachismos que inundan la sociedad, tal vez la agresividad dejaría de dirigirse hacia las mujeres. Por otro lado, otro tipo de prevención más tardía es la intervención psicosocial que se hace con los penados por violencia contra la mujer. Esto es realmente importante porque muchas víctimas siguen en contacto con sus agresores y además se trata de evitar así que ataquen a nuevas víctimas.
Y a este punto quería llegar, ¿por qué hay tantas mujeres que siguen con su pareja si no paran de recibir palizas? Muchas personas no comprenden este punto y culpabilizan a la víctima de serlo. Aprovechando este día, trataré de aportar un poco de luz a través de diferentes estudios sobre este hecho para que las personas puedan empatizar más con las mujeres maltratadas y entiendan el malestar que les paraliza en esa relación.
En diferentes estudios de Zubizarreta y otros de Arias y Pape se ha visto que cuanto más larga es la duración es más difícil salir de ella, ya que las secuelas psicológicas son más graves; la toma de decisiones, el estrés, el miedo, la dependencia, la culpa, etc.
Por otro lado, Echeburua (2002) ha detectado diferentes factores que dificultan salir de la relación, como la dependencia económica, el aislamiento social el número de hijos a nivel social; la vergüenza, las creencias de la importancia de tener una madre y un padre para los hijos, de que su marido cambiará, de que no saldrán solas adelante a nivel cognitivo; la pena, el enamoramiento, el miedo, la confusión a nivel emocional; o el chantaje emocional o las amenazas por parte del agresor.
Unger y Crawford también apuntaban a que las mujeres víctimas realizan más atribuciones externas e inestables a las causas de los malos tratos (ej: se comporta así porque ha tenido un mal día y no siempre es así), lo cual les hace ver posible el cambio de comportamiento de su pareja.
Como se ve no es nada fácil deshacerse de esta situación ya que hay muchos factores implicados a varios niveles. Visto desde fuera es todo más fácil, pero vivir una situación así requiere de más recursos que la fortaleza interna de la víctima. La violencia contra la mujer requiere recursos sociales, judiciales, sanitarios y crear consciencia social para evitar el control del hombre sobre la mujer, para dejar de normalizar los actos machistas, para ayudar a la víctima a dejar de serlo, para intervenir sobre los agresores pero sobre todo, para que nivel individual, en la calle, en el vecindario, en la escuala, en el trabajo,... se deje de mirar hacia otro lado.