miércoles, 25 de septiembre de 2013

Mar adentro Vs. La escafandra y la mariposa.

Supongo que la mayoría habréis oído hablar de estas dos películas. Ambas se basan en la historia real de dos personas que ven interrumpidas sus vidas por un acontecimiento que, aunque diferente en cada caso, termina dejando sus cuerpos inmóviles para siempre.
Para los que no sepáis de qué películas estoy hablando, podéis consultar la sinopsis de Mar adentro aquí y la de La escajandra y la mariposa aquí.














Siendo los dos casos tan parecidos, cada uno de ellos toma una decisión completamente diferente; terminar con el sufrimiento a la vez que con su vida en un caso, y evadirse de la situación creando otros mundos mediante la imaginación en el otro. Ambas decisiones son igualmente respetables. Ninguna es mejor o peor que la otra. Simplemente cada uno escogió el camino que consideró más adecuado en base a sus sentimientos, experiencias o creencias.


Este tema ha generado numerosos debates pero esa no es la intención de esta entrada. La idea que pretendo plasmar aquí es que no existen decisiones correctas o incorrectas, sino interpretaciones muy variadas que nos llevan tomar determinadas direcciones. Estas interpretaciones se basan en las experiencias y en la biología de cada persona y determinarán los gustos, el carácter, las creencias, la autoestima, etc. Resultaría muy difícil tomar una decisión por un tercero sin tener en cuenta la totalidad de los datos que conforman su vida.
Cada persona interpreta la situación dependiendo de sus experiencias y su biología.

Todas las personas deben ser libres para decidir sobre sus propias vidas, sobre su orientación, su ocupación, su ideología o tantísimas otras cosas que competen tan sólo a uno mismo. Sin embargo en ocasiones esto no se cumple, pero hay dos máximas que todos deberíamos respetar:

- Nadie tiene la propiedad sobre nadie. Algunos se creen con el derecho de manejar a otros, con violencia o no, creyendo que se hace el bien o con intención de dañar, pero con el mismo fin de dirigir la vida de los demás.
- Buscar la respuesta en nosotros mismos. A veces nos resulta difícil decidir sin pedir ayuda o directamente delegamos nuestras responsabilidades, por inseguridades, por miedo, etc. Pero al final cada uno está en su propio carril y se topa con obstáculos que deberá afrontar él sólo.

Considero que sólo hay dos límites a la libre elección: el daño a un tercero o el daño a uno mismo sobre el bien físico o psicológico.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ansiedad; cuando nos instauramos en el futuro.

En la línea temporal de nuestra vida podemos mantener la atención en el pasado, sintiendo la nostalgia de lo que un día tuvimos y actuando a través de la melancolía. Podemos atender a las necesidades del presente, viviendo el aquí y el ahora. O bien podemos focalizarnos en el futuro, adelantándonos a posibles acontecimientos adversos y dejándonos llevar por el miedo.
Es difícil permanecer continuamente en el presente porque determinadas experiencias pueden mover nuestras emociones hacia diferentes recuerdos o imaginaciones. Es algo natural que no podemos reprimir. Sin embargo, debemos saber volver a situarnos en el presente para poder atender a aquello que realmente nos importa.

Ansiedad

Cuando una persona se instaura en el futuro su mente se nubla de preocupaciones excesivas, a veces absurdas, orientadas a un posible peligro. Si estamos en este estado nos resultará difícil controlar las preocupaciones y cada vez trataremos de prevenir cuestiones de menor importancia. Además, cómo ya señalamos aquí todos estos pensamientos irán acompañados de una activación fisiológica: tensión muscular, alteraciones del sueño, inquietud.

Evolutivamente el miedo corresponde a una respuesta adaptativa que nos permite reaccionar ante situaciones peligrosas, como el ataque de un animal salvaje. No obstante, los humanos de hoy tenemos miedo de situaciones que en realidad no conllevan ningún peligro, por lo que la respuesta ha dejado de ser adaptativa y, muy al contrario, se han convertido en conductas evitativas.


La ansiedad es uno de los trastornos más comunes. El porcentaje de personas que padecerán en algún momento de su vida algún trastorno de ansiedad asciende al 9.39%, siendo casi el doble en las mujeres que en los hombres. 


Dentro de los trastornos de ansiedad existe una gran variabilidad: trastorno de angustia con agorafobia, sin agorafobia, ansiedad generalizada, fobia social, agorafobia, fobias específicas o trastorno obsesivo-compulsivo. Cada uno de ellos tiene sus características específicas pero todos comparten el miedo que ante posibles peligros.

En ocasiones nuestro cuerpo nos avisa mediante señales como fuertes palpitaciones, tensión muscular, dolor de cabeza,... y ésto nos crea confusión porque no identificamos ninguna posible causa médica y tampoco somos capaces de relacionar el malestar físico con el psicológico. En estos casos una orientación psicológica adecuada puede ser beneficiosa para que conozcas qué subyace al malestar físico y para reorientar tus pensamientos, emociones y actos en el presente de tu linea temporal.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Entornos validantes

En 2003 se estableció que el 10 de septiembre de cada año se celebre el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. El fin de señalar esta fecha es crear conciencia y educación a la población sobre lo que es y supone el suicidio, dejando atrás la tendencia a tratarlo como un tema tabú.

Las causas que pueden llevar a una persona a la ideación suicida abarcan multitud de factores con una historia personal subyacente que debe ser tratada. En muchos hospitales actualmente se aplica un programa basado en la terapia dialéctico conductual de Marsha Linehan. Uno de los puntos fuertes de esta intervención consiste en validar a la persona.

Crear un entorno validante supone:
  • Prestar atención: interesarse, preguntar y escuchar, apoyar.
  • Mostrar respeto: por las creencias y sentimientos ajenos, por la diversidad.
  • Comprensión: tratar de entender las conductas y sentimientos poniéndonos en el lugar del otro.
Un entorno invalidante en la infancia va a suponer que el niño no acepte sus emociones, porque no han sido respetadas ni comprendidas. Conllevará inestabilidad en la identidad, en la afectividad y en las relaciones sociales. Probablemente esta persona tenderá a buscar la aceptación de los demás constantemente tratando de llamar la atención y viéndose afectado considerablemente cuando no se siente validada. Linehan describe este trato no validador como decirle a un niño sin piernas que camine, pero sin proporcionarle muletas o piernas artificiales, o como decirle a alguien que se encuentra sobre unas brasas que camine, que no pasa nada, sin tener en cuenta el dolor y sufrimiento que le comporta. Se trata de decirle a alguien lo que debe y no debe hacer, sin mostrarle como o sin ofrecerle apoyo ni recursos.
Este entorno añadido a una vulnerabilidad emocional (de base biológica) puede desencadenar en un trastorno límite de la personalidad (TLP), según Linehan. Aunque es probable que también derive en otro tipo de trastornos mentales.

A veces nos resulta complicado comprender determinados comportamientos porque nos resultan raros, poco adecuados o porque simplemente nosotros no lo haríamos así y actuamos de forma intransigente y a veces despreciativa.
Suena a tópico, pero es cierto que cada persona es diferente. Cada uno de nosotros tenemos una genética y una biología personal única y unas experiencias que nos han creado unos esquemas mentales determinados. Todo ello explica que actuemos, pensemos y sintamos de una forma concreta concorde con nuestra historia personal. Resulta necesario que antes de juzgar tratemos de comprender. Como suele decirse, que nos pongamos los zapatos del otro, para entender como su camino le ha llevado hasta ahí.

Probemáticas familiares:
Cuando nos vemos aturdidos o desesperados por la depresión o el TLP de un familiar por ejemplo, no es necesario que compartamos todo tipo de acto o pensamiento que consideremos inadecuado o darle la razón constantemente. Simplemente hacerle sentir que comprendemos el motivo de sus sentimientos y prestarle apoyo en los malos momentos puede servir de ayuda. Los comportamientos poco apropiados o no saludables no se pueden cambiar a golpe de autoridad, por el contrario, se debe mostrar el camino a seguir, ofrecer apoyo y recursos, teniendo en cuenta los ritmos y el esfuerzo de la persona. Y siempre que sea necesario buscar ayuda profesional.

Referencias:


- Azucena García Palacios. La terpia dialéctico comprtamental. eduPsykhé, 2006, Vol. 5, No. 2, 255-271

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El control

Desde pequeños nos han inculcado la importancia del control. En nuestros esquemas mentales está muy presente la necesidad de comprobar que todo esté correcto y de dominar cualquiera de las áreas de nuestra vida para mantenerlas en un estado "normal", como nos han dicho que "debería ser".

La sociedad nos ha marcado un camino que a pesar de ser el "normal" resulta bastante estricto e intolerante con lo que en realidad es natural. Por ejemplo, desde nuestra tierna infancia nos han repetido con gran empeño que no debemos llorar, cuando después de habernos dado el gran porrazo contra el suelo sería lo más natural porque nos hemos asustado, no nos lo esperábamos y además duele. Otro ejemplo, conocemos las normas de conducta, los protocolos para comportarse correctamente ante otras personas, una simple desviación puede resultar en la terrible etiqueta de "el raro". Más ejemplos, una vida normal consta de una familia feliz compuesta de un matrimonio con hijos, una salud envidiable, una silueta perfecta, etc. ¿Cómo no sentirse triste si nos falta algo de tan larga lista de requisitos?

En ciertas áreas de la vida el control es útil, nos ayuda a planificar y crear estrategias para solucionar problemas. Sin embargo, como indican los psicólogos Kelly G. Wilson y M. Carmen Luciano Soriano "cuando nos hacemos demasiado dependientes del control planificado, todo nos parece un problema para ser solucionado". Es entonces cuando nos adentramos en una espiral sin fin en la que no terminamos nunca de dar con la solución simplemente porque "no todo es un problema que necesita ser resuelto", hemos enmarcado mal la situación.

Quizá está metáfora pueda ayudar a comprender la problemática de querer analizar, dominar y controlar algo que debería ser fluido y natural:
Una hormiga quedó fascinada por los andares del ciempiés; tan largo y tantos pies y conseguía andar de forma coordinada y elegante a la vez. La hormiga decidió preguntarle cómo conseguía caminar así de bien. El ciempiés, que hasta ahora no se había planteado tal cuestión, empezó a preguntarse qué pies movía primero y cuáles después, qué movimiento resultaba más eficaz, por qué debía ser así y no de otra manera,... Hasta que finalmente dejó de caminar.

Determinados eventos simplemente deben ser percibidos, observados y aceptados. No pretendo exaltar una actitud de resignación, sino simplemente saber diferenciar entre aquello que se puede controlar y aquello que no se puede controlar. A veces debemos parar y reflexionar no tanto sobre si nos hemos esforzado lo suficiente en solucionar un problema, sino en si realmente éso es un problema. ¿Hemos formulado bien la pregunta? ¿hemos enmarcado adecuadamente la situación? 

La lucha contra las soluciones que no existen simplemente va a impedir que avancemos en nuestra vida, ocupando nuestro valioso tiempo en tareas imposibles y  entorpeciendo la satisfacción de lo que realmente nos importa.


martes, 3 de septiembre de 2013

Para los que terminamos las vacaciones...

Como la mayoría empezamos a trabajar en septiembre os dejo unos consejos de Mario Alonso Puig para afrontar de mejor manera el estrés que nos puede causar el cambio de hábitos al pasar de las vacaciones al trabajo.

Paso 1. Cuando sienta los efectos de su reacción de alarma, observe lo que le está pasando (emociones y reacciones corporales) y, simplemente describa la situación de la misma manera que describiría un paisaje. No enjuicie las emociones y reacciones. No las califique de malas o de desagradables, solo descríbalas. Usted si está contemplando un desierto y lo está describiendo, no necesita decir que es un lugar desagradable, basta que diga cosas como que hay arena por todas partes, que se percibe un intenso calor,etc. Mi propuesta es que haga lo mismo con lo que siente y nota en su cuerpo.Paso 2. ¡Ni se le ocurra quedar cautivo de esas historias mentales que todos tendemos a contarnos cuando algo no es como nos gustaría que fuera! No practique “la rumiación mental” por seductora que le parezca.Paso 3. Lleve su atención a la respiración, al aquí y ahora, al presente. Si le cuesta llevar la atención a la respiración, cuente números o ponga su atención en los sonidos que escuche. Todo menos llevar la atención a la “jaula de grillos” que es ahora su cabeza.Paso 4. Decida qué es en ese momento lo prioritario, lo esencial, la única cosa en la que usted debe de enfocarse. Tal vez sea en mantener la serenidad, en descubrir algo valioso, en sentirse más libre frente a las emociones disfuncionales que tienden a gobernar su vida.Recuerde que entre el saberlo y el saber hacerlo está la sabiduría. Sé por experiencia que aunque esta metodología es sencilla, cuesta practicarla. Le animo a hacerlo porque el fruto de ella es uno: la libertad.

Puedes leerlo completo aquí