miércoles, 30 de octubre de 2013

"Taking in the good"; cómo romper con el sesgo negativo del cerebro.

Los neurocientíficos dicen que nuestro cerebro está predeterminado para centrarse en lo negativo, que existe un "sesgo negativo"; a pesar de tener todo aquello con lo que habíamos soñado, siempre encontraremos cosas por las que justificar nuestra infelicidad. Esto está justificado porque a lo largo de nuestra evolución hemos necesitado prestar atención a las amenazas de nuestro alrededor para poder sobrevivir y en cambio no era tan importante recordar las experiencias positivas.


Rick Hanson, Neuropsicólogo de la Universidad de Berkeley, ha publicado un libro en el que trata de explicar a través de argumentación científica cómo optimizar nuestras experiencias positivias; Hardwiring Happiness: The New Brain Science of Contentment, Calm, and Confidence.

El neuropsicólogo no sugiere que evitemos las experiencias negativas por completo, sino que dediquemos un tiempo en centrarnos o apreciar nuestras experiencias positivas. De este modo éstas podrán instalarse en nuestro cerebro. Hanson llama a este procedimiento "Taking in the good", algo así como "centrarse en lo bueno", y cree que con 10-30 segundos centrándonos en la experiencia positiva en cuestión será suficiente para que se convierta en una estructura neural eficaz. La explicación científica es que "los patrones repetidos de actividad mental construyen estructuras neurales". Por ello si interiorizamos una y otra vez experiencias positivas como la calma, experiencias de satisfacción o de relaciones positivas con los demás, seremos más capaces en el futuro de enfrentarnos a situaciones estresantes, frustrantes, de pérdida, de rechazo, etc. sin necesidad de entrar en un estado reactivo.

Sin embargo, el científico establece diferencias entre su práctica de "Taking in the good" y el pensamiento positivo. Por un lado, cree que el pensamiento positivo es generalmente verbal y conceptual y Hanson dice que esto no tiene un impacto real en el transcurso de nuestros días. Es mucho más beneficioso tener un "pensamiento claro", es decir tener una visión completa de todo el mosaico, tanto de los azulejos positivos como de los neutros o negativos. Debemos aprender de todas las experiencias, las buenas y las malas. Y por otro lado, piensa que el pensamiento positivo y las experiencias positivas se desperdician si no tomamos ese tiempo extra para aumentar su instalación en la estructura neural.

Parece bastante interesante así que mientras esperamos a que se publique el libro en castellano,  podéis ver la entrevista completa a Rick Hanson AQUÍ.

miércoles, 23 de octubre de 2013

El género masculino, las emociones y los trastornos afectivos.

Hoy en día la mayoría estamos concienciados sobre cómo se ha organizado la sociedad en cuanto al género masculino y femenino. En muchos contextos la mujer ha sido relegada a un segundo plano dada la baja consideración que se le ha tenido; el sexo débil.

Sin embargo, de esta estructura también han salido malparados los hombres. Desde su infancia se les ha enseñado que no deben expresar sus emociones y que tienen que mantenerse fuertes y seguros. Según Sánchez Núñez et al. "los chicos se especializan en minimizar las emociones relacionadas con la vulnerabilidad, la culpa, el miedo y el dolor". No han recibido la misma educación emocional que las niñas, por lo que hoy muchos hombres carecen del conocimiento, la atención, la accesibilidad y el uso de sus propias emociones y son poco hábiles en el manejo de las emociones de los demás..

Aunque actualmente los roles sexuales están cambiando, aun quedan muchas generaciones que se mantienen incapaces de entender y expresar lo que les pasa a nivel emocional.

Ésta podría ser una de las explicaciones por las que los datos estadísticos muestran siempre a la mujer como mayor afectada en los trastornos afectivos: si los hombres no tienen capacidad para reconocer y expresar qué les pasa por dentro, a nivel emocional, difícilmente van a poder acudir a un profesional. No conectarán con su problema y además tendrán miedo a que los demás piensen que son "débiles" o están "trastornados" por acudir a un profesional de la salud mental.

¿Cómo expresan la depresión los hombres?

El National Institute of Mental Health (NIMH) recuerda que tanto los hombres como las mujeres pueden desarrollar síntomas depresivos. Mientras las mujeres refieren sentimientos de tristeza y culpabilidad, ellos suelen aquejarse de fatiga, irritabilidad, pérdida de interés en el trabajo y pasatiempos favoritos y problemas de sueño
Algunos hombres tienden a ocultar su depresión mediante el consumo de drogas o alcohol y otros mediante la obsesión por el trabajo.

Síntomas de ansiedad en los hombres

En la actualidad, debido a la época de crisis que estamos viviendo, los trastornos de ansiedad han aumentado sobre todo en hombres.

El sexo masculino expresa su ansiedad mediante preocupaciones excesivas, somatizaciones (dolores de cabeza o abdominales), problemas digestivos, del sueño y del deseo sexual.


Consecuencias negativas

El problema viene cuando aparece una crisis de ansiedad, un ataque de pánico o un sufrimiento prolongado que interfiere con la vida laboral, social o afectiva y no saben por qué ha pasado. No son capaces de reconocer qué situación o qué pensamientos han provocado ese estado emocional y, por tanto, resultará más difícil reaccionar y actuar frente a la situación.



No obstante, las nuevas generaciones están a tiempo de beneficiarse de una educación más igualitaria entre hombres y mujeres y de una nueva concepción de la salud mental para todas las personas, independientemente del sexo, la edad o la problemática psicológica. Todos deberíamos beneficiarnos de los avances en psicología.

Referencias:

- Sánchez Núñez, M. T. et al. ¿Es la inteligencia emocional una cuestión de género? Socialización de las competencias emocionales en hombres y mujeres y sus implicaciones. Revista electrónica de investigación psicoeducativa. ISSN 1696-2095. Nº 15, vol 6 (2) 2008, pp: 455-474

miércoles, 16 de octubre de 2013

Ataque de pánico

¿Alguna vez has tenido miedo a tener miedo o miedo a perder el control, a morir, a no poder escapar o a que si te pasa algo nadie podrá atenderte? 
Además, ¿estos pensamientos van acompañados de un aumento cardíaco, una sensación de ahogo, sudoración, temblores, mareos, etc.?

Al haber tanta sintomatología física, es común que las personas que han sufrido una crisis de este tipo acudan a los servicios de urgencias creyendo que se trataba de un ataque cardíaco. Sin embargo, nos encontramos, según el DSM IV-R, ante un ataque de pánico o crisis de angustia.

Estas crisis pueden ser inesperadas y ocurrir en cualquier situación o pueden ir asociadas a situaciones en las que se percibe una imposibilidad de escape, de ayuda o de inseguridad (agorafobia). Finalmente las personas que han sufrido estas crisis terminan por evitar estas situaciones, limitando sus salidas a lugares muy concretos y cercanos a su hogar, donde puedan sentirse seguros, y normalmente acompañados de personas de confianza.
Las personas que desarrollen un trastorno de angustia, vivirán con miedo a sufrir otro ataque y a las posibles consecuencias que éste pueda tener sobre su salud, cambiarán su comportamiento para evitar estas situaciones y probablemente desarrollarán síntomas depresivos.
Angustia, miedo, ahogo, pérdida de control,...
¿Por qué ocurren estas crisis? Como en la mayoría de trastornos mentales, se cree que puede existir una predisposición genética a desarrollarlo y factores ambientales que precipitan la aparición, como eventos percibidos como estresantes.
Es más común en mujeres que en hombres y suele aparecer hacia el inicio de la edad adulta.

Tratamientos: Hasta ahora los tratamientos que se han demostrado más efectivos a nivel farmacológico son los antidepresivos y a nivel psicológico la terapia cognitivo-conductual (TCC).

La TCC tratará de incidir en:
- la conducta, realizando exposiciones a las situaciones temidas y entranamientos para controlar la ansiedad.
- los pensamientos, realizando una reestructuración cognitiva para controlar los pensamientos catastróficos y reconocer de forma realista la ansiedad.

Sin embargo, con la llegada de las terapias de tercera generación, y concretamente con la terapia de aceptación y compromiso (ACT), se considera que los tratamientos enfocados a la aceptación de aquello que no se puede cambiar, como el miedo en este caso, son más eficaces que aquellos que tratan de controlar lo que incomoda. Desde este punto de vista se intentará que la persona desconecte del contenido de los eventos privados, es decir que entienda sus pensamientos como lo que son, pensamientos, y no como formas a través de las cuales actuar. Y por otro lado, se incidirá en la recuperación de los valores propios de la persona para volver a encarrilar su vida y dirigirla hacia aquello que realmente le importa.

Referencias:

- Espada et al. Exposición en vivo y técnicas cognitivo-comportamentales en un caso de ataques de pánico con agorafobia. Int J Clin Health Psychol, Vol. 7, Nº 1


jueves, 10 de octubre de 2013

Liderar equipos de personas.

Nadie dijo que llevar un grupo de personas fuera fácil... pero cada vez contamos con más información y recursos que nos ayudan a afrontar este tipo de situaciones.

Hoy sabemos que para dirigir un grupo de trabajo es fundamental reconocer que ese grupo se compone de personas y no de simples peones como en la época industrial. Luego, ese grupo funcionará a partir de múltiples relaciones personales. Quien esté a cargo de estos profesionales deberá contar con un amplio abanico de habilidades sociales, una elevada inteligencia emocional y una muy buena capacidad de resolución de conflictos.

Tips para liderar de forma óptima:

- Conocer a los compañeros de trabajo: sus ideas, sus opiniones, sus necesidades, sus problemáticas, etc. Del mismo modo que observamos y evaluamos una pieza de un motor que no funciona para comprender qué está fallando, deberíamos preguntarnos por qué una persona de nuestro equipo no parece trabajar todo lo que debiera.
Algunas preguntas que pueden ayudarnos:
  1. ¿Siente motivación por su trabajo?
  2. ¿Qué preocupaciones laborales tiene?
  3. ¿Qué necesidades?
  4. ¿Tiene la formación suficiente?
  5. ¿Existe algún conflicto entre compañeros?
  6. ¿Se siente valorado?
  7. ¿Conozco su opinión sobre la tarea que estamos llevando a cabo?

- Realizar críticas constructivas y no destructivas:
"¿Ese trabajo te ha costado tanto tiempo? Pareces un principiante."
"Estaría bien que trataras de mejorar el programa. Necesitamos que se haga en menos tiempo"
Es positivo que sepamos decir lo que no está bien hecho, pero siempre de una forma asertiva. El mecanismo es simple: apuntar qué está mal concretamente y, si es posible, cómo podría ayudar a resolverse. Sin calificativos, sin juzgar.

- Reforzar los aspectos positivos: Es importante saber decir qué no se ha hecho bien y por qué pero también lo es saber decir qué se ha hecho bien y felicitar por ello. Esto favorecerá que esa persona sepa que hace bien su trabajo, la línea por la que debe seguir trabajando y, por supuesto, elevará su autoestima y su motivación.

- Hacerles sentir parte del proyecto: cómo no tratamos con simples peones, es necesario que las personas sepan cuáles son los objetivos principales y las estrategias necesarias para las que están trabajando. Será fundamental hacerles participar en los proyectos; pedir opiniones e ideas, implicación y proactividad. Escuchar.

- Evaluar todas las piezas que hacen que funcione el engranaje: Cargar las responsabilidades de forma justa y equilibrada sobre cada una de ellas. Observar cómo puede mejorar cada parte para no tener que presionar únicamente sobre una de ellas.

- Compartir información: sobre técnicas para mejorar, sobre datos necesarios para ser más competitivo, sobre los demás departamentos, sobre la competencia, etc.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Relaciones viciadas

Entre las acepciones del verbo "viciar", en el diccionario de la Real Academia Española, se encuentran las siguientes:
  • Pervertir o corromper las buenas costumbres de vida.
  • Torcer el sentido de una proposición, explicándola o entendiéndola siniestramente.

Cuando una relación interpersonal se vicia se dan estos dos factores; 1. la relación ha dejado de ser lo que fue en un principio para entrar en una espiral de pensamientos y actos negativos hacia la otra persona 2. basados en malinterpretaciones de actos concretos.

Esta degradación suele darse en parejas sentimentales, pero también en relaciones familiares o laborales
Lo que suele ocurrir es que tomamos determinadas acciones del otro que no nos gustan y las extendemos a la totalidad de su persona
Por ejemplo, Pepe ha llegado tarde a su cita con María. Ella piensa que Pepe siempre llega tarde, que no la tiene en cuenta, que es un egoísta y un desconsiderado... pensamientos que van incrementando el malestar y el enfado. Otro ejemplo, Marta está trabajando en su ordenador, Juan le hace una pregunta y ella no contesta. Juan piensa que a ella sólo le importa su trabajo, que nunca le hace caso, que lo ignora, que no lo quiere, etc. Como consecuencia aumenta su tristeza. 
Si nos dejamos llevar por estos pensamientos nuestras acciones se verán influenciadas y obtendrán consecuencias sobre la relación con el otro.

Cuando extrapolamos determinados actos a la totalidad de la persona actuamos en base a este principio y todo lo que hace esa persona es "porque es malo", "porque me quiere hacer daño", "porque pasa de mí",... y obviamos parte de la realidad. Por ejemplo, Pepe ha llegado tarde porque se ha encontrado a su amigo de la infancia, que tanto tiempo hacía que no veía, y no porque tuviera una intención expresa de faltar a su cita con María. Con el tiempo, el comportamiento hacia el otro se vicia, y actuamos siempre enfadados, a la defensiva, esperando los ataques del otro, etc. Obviamente la otra persona responde en base a este comportamiento y a sus propios pensamientos. Finalmente, las muestras de cariño y los buenos momentos van desapareciendo.

Estos pensamientos tienen lugar cuando:
- la relación tiene un alto nivel de compromiso y exigimos lo que creemos merecer
- hemos tenido experiencias previas desagradables
- nos fijamos exclusivamente en lo negativo, obviando parte de la información
- damos por supuestos pensamientos de la otra persona, aunque ésta no lo haya manifestado
- no expresamos de forma asertiva lo que ese acto que nos ha molestado nos ha hecho sentir

Evidentemente hablamos de situaciones que por sí mismas no están evidenciado faltas de respeto, humillaciones, malos tratos o cualquier acto que pueda causar daño físico o psicológico. Por el contrario, se trata de distinguir aquello que realmente estamos malinterpretando y de hacer saber al otro cómo nos ha hecho sentir, siendo capaces ambos de llegar a acuerdos aceptables para los dos.

Si únicamente valoramos el acto y expresamos nuestro malestar de forma asertiva ("que hayas llegado tarde me ha hecho sentir que te has olvidado de mí"), damos la oportunidad al otro de dos cosas importantes: de que se explique y de que nos comprenda.