miércoles, 10 de abril de 2013

Dudas, preocupaciones e indecisión I





Al hilo de lo que hablamos la semana pasada sobre lo que nos cuesta arrancar para hacer aquellas tareas que vamos retrasando, hoy me gustaría que nos centráramos en nuestra capacidad de toma de decisiones sobre los problemas que acontecen en nuestro día a día. Lo cuál puede ser motivo de procrastinación.


Pero antes de empezar quisiera dejar clara la diferencia entre los distintos problemas que nos rondan por nuestra cabeza:
  1. Basados en la realidad y modificables: dudar acerca de qué estudiar.
  2. No modificables: preocuparse sobre una enfermedad recién diagnosticada.
  3. Preocupaciones centradas en acontecimientos altamente improbables: atormentarse al pensar ser secuestrado al salir de casa.

Cada uno de ellos requerirá una intervención diferente. Hoy nos vamos a centrar en los primeros.

1) Problemas basados en la realidad y modificables: 


Thedore Rubin analizó los bloqueos psicológicos que pueden impedirnos tomar decisiones, algunos de ellos son estos:

1. Pérdida de contacto con nuestros sentimientos/emociones. al no tener en cuenta nuestros sentimientos saboteamos la toma de decisiones.

2. Evitar los problemas y la ansiedad con la finalidad de no experimentar sufrimiento.

3. Falta de valores. la carencia de valores o principios significa no tener una guía de actuación, y a la vez, el no tomar decisiones alimenta esta falta de valores. Es un pez que se muerde la cola.

4. Poca autoestima y falta de confianza en uno mismo: no creer que lo vayamos a hacer bien es motivo para terminar por no hacer nada.

5. Depresión y ansiedad. Es fundamental identificarlas, pues ambas interfieren en el proceso de toma de decisiones.

6. Idealización/imagen irreal del propio yo. Esta imagen se crea para contrarrestar la poca confianza en uno mismo, lo cual es contraproducente porque se tomarán decisiones en base a una imagen irreal.

7. Dependencia de los demás o intento de agradar a todo le mundo: de esto modo no pueden tomarse las decisiones que realmente uno quiere.

8. Perfeccionismo y afán de tenerlo todo. Conduce a demoras ya que se busca tomar la decisión en las condiciones perfectas.

9. Búsqueda de reconocimiento. Evitarán tomar decisiones por miedo al fracaso.

10. Vivir de ilusiones, esperar cosas mejores. Despreciar lo que se tiene y anhelar lo que no se tiene sólo hace que esperar una solución mágica que nunca llega.

11. Autorreproches por exigencias desmedidas. "Yo debería ser el mejor en esto", provoca una parálisis por miedo a no cumplir con las exigencias autoimpuestas.

12. Incapacidad de ver todas las alternativas. Si no valoramos todas las posiblidades no podremos elegir adecuadamente.

¿Cómo podemos afrontar la toma de decisiones?

1. Definición del problema: qué ocurre y qué queremos conseguir.

2. Buscar alternativas: cuántas más se nos ocurran mejor, no importa lo descabelladas que puedan parecer.

3. Valorar las consecuencias de cada alternativa: valorar los aspectos positivos y negativos, tanto a corto plazo como a largo plazo. Para cada alternativa, puntaremos cada ventaja y cada inconveniente con una puntuación del 0 al 10 según la importancia que tengan. Se sumara las puntuaciones de las ventajas por un lado y las puntuaciones de los inconvenientes por el otro. Y se restarán las desventajas de las ventajas. Esto puede dar un resultado en signo negativo o positivo. 

4. Elegir la mejor alternativa posible: escogeremos la alternativa que ha obtenido una mayor puntuación.

5. Aplicarla a la realidad.

6. Evaluar los resultados obtenidos. Podremos cambiar aquellos aspectos que aun no nos resultan satisfactorios y podremos aprender de nuestra experiencia.

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