Imagina que de pronto tu cuerpo cambia y se vuelve más ancho y más flácido, no puedes dormir más de 4 horas seguidas y dejas de tener tiempo para ti, para leer, para arreglarte, para descansar, para socializar. Imagina que cae ante ti la mayor de las responsabilidades que jamás pensaste. Imagina que debes dedicar a ello las 24 horas del día.
Visto así es fácil comprender por qué las mujeres que acaban de dar a luz sufren de depresión post parto. Más bien, lo raro sería no caer en depresión con todo lo que se les viene encima.
Es cierto que todo esto no viene de golpe, sino que se supone que ha sido algo buscado, que se sabía de antemano lo que conllevaba y que se ha vivido un proceso de preparación durante 9 meses. Sin embargo, como la mayoría de las cosas en la vida, no es lo mismo pensarlo que vivirlo.
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM 5) estima que entre un 3 y un 6% experimentan un episodio de trastorno depresivo mayor durante el embarazo o en las semanas o meses que siguen al parto. El 50% comenzarían realmente durante el embarazo.
Síntomas normales:
Es normal que los primeros días después de dar a luz la recién mamá sienta confusión, miedo, incertidumbre, incapacidad. Acaba de llegar a casa del hospital, ya no hay enfermeras que le ayuden y guíen, no hay pediatras que controlen a su bebé y, por si fuera poco, ¡no hay personal que limpie, haga las comidas, las tareas del hogar,...! De pronto, no sabe si su bebé está comiendo lo suficiente, si ese color amarillento es normal, si ese llanto es porque le duele algo, si se debe calmarle todas las veces o no,... ¡tantas dudas! La mujer en estos momentos no duerme bien, no come bien, no se cuida,... todo se ha vuelto muy caótico.
Síntomas depresivos:
El problema está cuando esos miedos, esa desesperanza, esa angustia persiste en el tiempo. Pasan las semanas, los meses y la tristeza es el estado de ánimo predominante. Además llegado el momento de volver a trabajar, de volver a relacionarse, de volver a la vida real, la mujeres se dan cuenta de que la conciliación familiar es una árdua tarea.
Los síntomas son muy parecidos a los de una depresión mayor normal, pero además se dan una serie de sentimientos hacia el bebé muy característicos: creerse incapaz de cuidarlo, temor a quedarse sola con él, sentimientos negativos, preocupación intensa o por el contrario no tener interés por el bebé.
Factores de riesgo:
Existen una serie de factores de riesgo que van a facilitar la aparición de este trastorno, como ser demasiado joven, un embarazo no deseado, un parto complicado, depresión/ansiedad durante el embarazo, antecedentes familiares de depresión post parto, escaso apoyo social, mala situación financiera, mala relación con la pareja o ser soltera.
Prevención:
Como dice el proverbio africano hace falta una tribu entera para educar a un niño. Así que papás/parejas, abuelos, familiares,... ¡manos a la obra! Es aconsejable no abandonar a la mamá en estos momentos. Tratar de ayudar en todo lo que se pueda. Y ayudar, significa estar atento a sus necesidades; que esté alimentándose correctamente, darle tiempo para descansar, ayudarle en las tareas del hogar, atender a sus sentimientos,...
El apoyo social va a ser fundamental y, por supuesto, siempre que sea necesario, consultar con un profesional.
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