Es el estado de ánimo más persistente y difícil de controlar. Cuando nos encontramos enfadados creamos un monólogo interno que lo alienta proporcionando argumentos para poder justificar el hecho de descargarlo sobre alguien.
La ira se asienta sobre el circuito de lucha-huida ya que el detonante del enfado es la sensación de hallarse amenazado (física o psicológicamente). La liberación de catecolaminas ayudarán a emprender la lucha o la huida (durante unos minutos) y la excitación adrenocortical mantiene al cerebro predispuesto a la excitación, cuando estamos enfadados cualquier estímulo nos afectará más de lo normal (durante horas o días). Cualquier emoción siguiente a la ira será más intensa de lo normal, y por tanto será mucho más fácil llegar a la violencia. (curso ascendente del enfado).
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA DISMINUIR EL ENFADO?
1) Darse cuenta de los pensamientos que desencadenan la primera descarga del enojo. Y tratar de hallar algún motivo para comprender mejor aquello que nos hace enfadar (reconsiderar)
2) Aplacar la excitación fisiológica en un entorno en el que no haya peligro de más situaciones irritantes. Y así frenar la escalada de pensamientos hostiles tratando de distraerse (dar un paseo, ver la TV, leer,...)
Expresar abiertamente la cólera no funciona porque incrementamos el malestar, prolonga el mal humor. Será más eficaz que reclamemos lo que consideremos oportuno cuando nos hayamos calmado y de una forma más asertiva.
Chogyam Trungpa, maestro tibetano dijo sobre el enfado "ni lo reprimas, ni te dejes arrastrar por él."
Extraído de "Inteligencia Emocional" de Daniel Goleman
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