En la línea temporal de nuestra vida podemos mantener la atención en el pasado, sintiendo la nostalgia de lo que un día tuvimos y actuando a través de la melancolía. Podemos atender a las necesidades del presente, viviendo el aquí y el ahora. O bien podemos focalizarnos en el futuro, adelantándonos a posibles acontecimientos adversos y dejándonos llevar por el miedo.
Es difícil permanecer continuamente en el presente porque determinadas experiencias pueden mover nuestras emociones hacia diferentes recuerdos o imaginaciones. Es algo natural que no podemos reprimir. Sin embargo, debemos saber volver a situarnos en el presente para poder atender a aquello que realmente nos importa.
Ansiedad
Cuando una persona se instaura en el futuro su mente se nubla de preocupaciones excesivas, a veces absurdas, orientadas a un posible peligro. Si estamos en este estado nos resultará difícil controlar las preocupaciones y cada vez trataremos de prevenir cuestiones de menor importancia. Además, cómo ya señalamos aquí todos estos pensamientos irán acompañados de una activación fisiológica: tensión muscular, alteraciones del sueño, inquietud.
Evolutivamente el miedo corresponde a una respuesta adaptativa que nos permite reaccionar ante situaciones peligrosas, como el ataque de un animal salvaje. No obstante, los humanos de hoy tenemos miedo de situaciones que en realidad no conllevan ningún peligro, por lo que la respuesta ha dejado de ser adaptativa y, muy al contrario, se han convertido en conductas evitativas.
La ansiedad es uno de los trastornos más comunes. El porcentaje de personas que padecerán en algún momento de su vida algún trastorno de ansiedad asciende al 9.39%, siendo casi el doble en las mujeres que en los hombres.
Dentro de los trastornos de ansiedad existe una gran variabilidad: trastorno de angustia con agorafobia, sin agorafobia, ansiedad generalizada, fobia social, agorafobia, fobias específicas o trastorno obsesivo-compulsivo. Cada uno de ellos tiene sus características específicas pero todos comparten el miedo que ante posibles peligros.
En ocasiones nuestro cuerpo nos avisa mediante señales como fuertes palpitaciones, tensión muscular, dolor de cabeza,... y ésto nos crea confusión porque no identificamos ninguna posible causa médica y tampoco somos capaces de relacionar el malestar físico con el psicológico. En estos casos una orientación psicológica adecuada puede ser beneficiosa para que conozcas qué subyace al malestar físico y para reorientar tus pensamientos, emociones y actos en el presente de tu linea temporal.
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